Mucha es la ligereza humana que cada día echa los cimientos de una nueva vida y concibe nuevas esperanzas aun a las puertas de la muerte.
El peor desastre de la maldad es que hay que perseverar en ella, porque los crímenes sólo pueden defenderse con otros crímenes.
Cuando llegue el día que debe separar los elementos divinos y humanos de mi compuesto, dejaré aquí el cuerpo, donde lo encontré, devolveré a los dioses mi ser.
Pensar que una esposa, un amigo, no valen el prolongar la existencia y obstinarse en morir, es propio de egoístas.