No hay espectáculo más grandioso y sublime para los dioses y los mortales que el ver al hombre de bien peleando por la fortuna.
Las cosas buenas de la prosperidad deben desearse; pero las cosas buenas de la adversidad deben admirarse.
El alma es la que nos hace ricos, nos acompaña a los destierros y a las más agrias soledades, es inviolable y eterna y no está al alcance de ninguna mano.
Imponerse vivir cuando así lo quiera el interes de las personas amadas, cuenta entre las obligaciones del alma.