Escucha mucho y no hables ligeramente; no te ensoberbezca la fortuna ni desmayes en la desgracia; la moderación es lo primero.
Se ha hecho una virtud de la moderación para limitar la ambición de los grandes hombres y para consolar a la gente mediocre de su poca fortuna y escaso mérito.
Moderarse y vencer la propia codicia es tanto más loable cuanto es más raro saberlo hacer y cuanto más justos son los motivos que concitan la aversión y el apetito de los hombres.