Los males imaginarios no existen. Todos los males son reales desde el momento en que se experimentan; soñar el dolor es un dolor verdadero.
Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena.
El peor desastre de la maldad es que hay que perseverar en ella, porque los crímenes sólo pueden defenderse con otros crímenes.
Tal vez lo que llamamos mal sea el bien y lo que llamamos bien sea mal; nada podemos saber y es preciso someternos a todos.
El hombre juicioso sólo piensa en sus males cuando ello conduce a algo práctico, todos los demás momentos los dedica a otras cosas.