No hay espectáculo más grandioso y sublime para los dioses y los mortales que el ver al hombre de bien peleado por la fortuna.
Nunca la grandeza es absoluta; ni aumenta ni disminuye, sino por comparación. El mismo bajel que en un río es un navío, en el mar sólo es una barquilla.
La providencia y el dios ordenador del mundo creó el aire para que los vientos estuvieran en del océano y buscáramos a los enemigos en el mar o más allá del mar.
El vientre o oye preceptos, pide, grita; pero no es acreedor molesto, con poco se le paga, con tal que les des lo que debes, no lo que puedes.
No puedo decir quiénes me irritan más: si los que quieren que no sepamos nada o los que ni siquiera nos dejan ignorar.
Muchas veces deseamos cosas nocivas y no podemos discernir hasta qué punto son perniciosas, porque la pasión enturbia el juicio.
Te diré una cosa para que juzgues nuestras costumbres: apenas encontrarás uno que pueda vivir con la puerta abierta.