Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer.
Ante ciertos libros uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿Qué leerán? Y al fin los libros y las personas se encuentran.
Yo no vacilo en leer los bueno libros en traducciones. Lo que cualquier libro tiene de verdaderamente excelente es siempre traducible.
No hay libros inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Simplemente. Los libros que el mundo llama inmorales son libros que muestran al mundo su propia vergüenza.
Los libros son los maestros de enseñanza y de alegría más baratos y la verdadera ayuda para millones de personas.
Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto el interior de un lugar.
Los libros, como los refranes, reciben su principal valor de la sanción y del precio de las épocas a través de las cuales han pasado.
No hay ornamento más encantador que los libros, aunque no se abran nunca y no se lea en ellos una sola palabra.
Los hombres grandes y Buenos no mueren ni aun en este mundo. Embalsamados en libros, sus espíritus perduran. El libro es una voz viviente. Es una inteligencia que nos habla y que escuchemos.