Considerad todo lo que se puede ser mientras vivimos y echaréis de ver que todo tiene su naufragio.
El borde de una copa y los labios: dos escollos del coral en los que naufragan gustosamente los más hábiles nautas.
La vida es un naufragio en el que, a última hora, sólo se salva el barco.
Es admirable, aun en el naufragio, aquel a quien el mar amotinado engulló asido al timón con todas sus fuerzas.
En un naufragio, el que está solo se ayuda más fácilmente.