El constante peligro se torna en placer.
Amarga es la pena que nace de la vergüenza.
Perdona siempre a los demás; pero no a ti mismo.
En todas las cosas el placer tiene un nuevo atractivo por aquel mismo peligro que debería mantenerse lejos.
La pobreza debe ser amada porque te hace demostración de los que te aman.
Que no te espante la pobreza; nadie vive tan pobre como cuando nació.
Sólo hay sufrimiento para el alma que se inquieta por el porvenir.
Sólo las inclinaciones naturales deben ser puestas a prueba, no las otras cualidades, porque la natural triunfa sobre ellas y se coloca primero.
El mayor fruto del pudor es el ser tenida por púdica.
Pequeño es el ánimo de aquel a quien cosas terribles deleitan.
Si quieres someter todas las cosas a ti mismo, sométete primero a la razón.
La recompensa de una buena acción, es haberla hecho.
Nada es más contrario a la curación que el cambiar frecuentemente de remedio.
Démosle a la reputación su lugar debido; que no pretenda guiarnos, antes bien que nos siga.
La verdadera medida de la riqueza es el no estar demasiado cerca ni demasiado lejos de la pobreza.
Al saber no se le puede dañar; el tiempo no lo borra, y nada lo puede aminorar.
En todo gran talento hay siempre un poco de locura.
Parte de la curación está en la voluntad de sanar.
Decir lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida.
De ningún bien se goza en la posesión sin un compañero.