Las personas de vivo ingenio son admiradas o temidas, pero no logran fortuna; las personas juiciosas no llaman la atención, pero la alcanzan.
El pensar bien consiste o en conocer la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella.
Los juicios precipitados se inclinan con preferencia a falsa parte, y en ocasiones la pasión ofusca el entendimiento.
Si nos fuera posible entrar en los juicios de Dios, veríamos a los dichosos, ricos y vendedores más dignos de compasión que los vencidos, desdichados por la ley del Señor.
Un Estado en que la multitud es pobre y excluida de los honores, está lleno de enemigos; hay que dar a la multitud una parte en las deliberaciones de los juicios.
Cuando se ha de decir algo que contradiga los juicios generalmente admitidos es mejor no elevar mucho la voz.