Si somos fatalistas, seámoslo como cierto sujeto que decía que todo sucede así porque está escrito, pero se indignaba con todo y todo lo quería enmendar; y cuando le preguntaban por qué, si estaba escrito, se indignaba que yo me indigne».
La fe y la admiración son muy amables formas de pereza. Hay quien no cree y no admira por la misma causa.
Desconfiemos siempre de los que nos creen capaces de mayores triunfos de los que hemos podido lograr. Es el modo pérfido de considerarnos fracasados.
¡El genio!... alguien ha dicho que era una gran paciencia. Yo aseguro que el genio es el premio a un gran trabajo.
Casi todos los grandes capitalistas y nobles improvisados se hacen muy devotos. Acaso como los antiguos criminales, sienten la necesidad de acogerse a lo sagrado.
No debe despreciarse ninguna ocasión de aparentar que se es muy desgraciado..., porque así te odian menos, te compadecen un poco y te atienden algo.
Acaso debemos desear que el mal sea insoportable; entonces estaremos más cerca de buscar el remedio.
Si la justicia parece venganza, ¿cómo ha de impedirse que los hombres crean alguna vez que la venganza puede ser justicia?