La mayoría de las personas fracasan por no haber concebido una idea clara de lo que quieren conseguir.
Desconfiemos siempre de los que nos creen capaces de mayores triunfos de los que hemos podido lograr. Es el modo pérfido de considerarnos fracasados.
El hombre que teme al fracaso, limita el radio de su actividad; los fracasos nos ofrecen solamente la oportunidad de reanudar la tarea con más tiento e inteligencia.