No hay que pensar mal. El mal pensamiento es semilla en buen terreno, que un día u otro sale por la boca.
El más noble orgullo para una mujer, por mucho que haya ofendido, es poder perdonar siempre sin tener que arrepentirse.
La mayor miseria de la miseria es que los miserables no se dan cuenta de ella... ¡Tan natural les parece!
En las novelas y en los cuentos se puede poetizar con la pobreza; en la realidad, no. Sin la seguridad de lo necesario para la vida, nadie puede responder ni de su misma vida, ni de su honradez, ni de sus afectos más íntimos. Los náufragos no eligen puerto.
¿Vale el público más que nosotros para que le debamos la verdad? La verdad es para los iguales. El que quiera saberla, que llegue con la inteligencia o con el corazón.
¡Oh, público, oh público; tu nombre puede ser masculino, pero tu alma es siempre de mujer, y más que ella eres pérfido como el mar!
Cuando la experiencia de lo pasado ha servido para rectificar nuestra vida, esta rectificación es la mejor prueba de que nada de lo pasado era nuestra verdadera vida.
Los recuerdos tienen más poesía que las esperanzas; como las ruinas son mucho más poéticas que los planos de un edificio en proyecto.
Acaso debemos desear que el mal sea insoportable. Entonces estaremos más cerca de buscar el remedio.
...lo de cambiar los nombres sin cambiar las cosas, es lo primero con que se engaña al pueblo en todas las revoluciones.
Yo no sé si continuará siendo más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos; pero un camello cargado de dinero entra por todas partes.