Casi todos los grandes capitalistas y nobles improvisados se hacen muy devotos. Acaso como los antiguos criminales, sienten la necesidad de acogerse a lo sagrado.
Nadie puede llevar por mucho tiempo el disfraz.
La hipocresía es un homenaje que el vicio tributa a la virtud.
Mejor es que parezca que un príncipe tiene buenas cualidades a que las tenga en realidad.
Tan pronto como la prudencia y la perspicacia existieron, se vio nacer una gran hipocresía.
Si la comedia fuera contra la religión, no les importaría a los falsos devotos; pero va contra ellos y eso no lo perdonan.
Confesamos nuestros pequeños defectos para persuadir de que no tenemos otros mayores.