¿Habrá algo más terrible que el juego? No; el juego da, toma; sus razones no son nuestras razones. Es mudo, ciego, sordo. Lo puede todo: es un dios.
Los jugadores cuentan como los enamorados aman, como los beodos beben, necesaria y ciegamente bajo el imperio de una fuerza irresistible.
A los que hemos estudiado en los libros nos queda para siempre una fiera amargura y una tristeza soberbia.
Los males imaginarios no existen. Todos los males son reales desde el momento en que se experimentan; soñar el dolor es un dolor verdadero.
No comprendo que un hombre se case, ni que una mujer cometa semejante locura a la edad en la que ya sabemos lo que nos conviene.
La ciencia y la meditación son los primeros grados del conocimiento y sólo el éxtasis conduce a las verdades eternas.
La moral es la regla de las costumbres. Y las costumbres son los hábitos. La moral es, pues, la regla de los hábitos.
...toda una ciudad, toda una nación reside en pocas personas que piensan vigorosa e intensamente en las demás. El resto no cuenta.
La naturaleza hace al hombre y el hombre rehace a la naturaleza: incesantemente amasa de nuevo a su antigua creadora y le da una figura que no tenía.