Las joyas más preciadas que existen bajo el sol son las lágrimas de un hombre sin tacha y sin miedo.
Cuando los hermosos ojos femeninos están velados por las lágrimas es el hombre el que deja de ver claro.
Una lágrima fue concedida a la alegría y otra lágrima a la desventura: la primera refresca y la otra arde como lava.
Una lágrima dice más que cualquier palabra. La lágrima tiene un gran valor: es la hermana de la sonrisa.
La lágrima de la congoja es solamente una perla de segunda agua, mientras que la lágrima de alegría lo es de primera.
Que lágrimas de mujer no son penas sino alhajas que para servirse de ellas las tiene como en el arca, abre y llora, cierra y ríe.