La costumbre de callar en una conversación, gusta y es saludable cuando consta que la persona que calla posee cuanto ha menester para hablar con competencia y acierto.
No existe un desesperado tan pobre e impotente que no sirva para cualquier cosa en el mundo en el que él desesperó.
El egoísmo ha estado siempre presente en la sociedad; cuanto mayor ha sido, tanto pero fue la condición de la sociedad.
Parece un absurdo y, sin embargo es una verdad, que no siendo nada todo lo real, no hay en el mundo nada de real ni de sustancial más que las ilusiones.
Los hombres se avergüenzan no de las injurias que hacen, sino de las que reciben. Así que, para conseguir que los injuriados se avergüencen, no queda otro recurso que devolverles la injuria.
La paciencia es la más heroica de las virtudes; justamente porque no tiene ninguna apariencia de heroicidad.