Al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.
Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua.
Procura ser tan discreta que no apures los pensamientos ajenos, ni siquiera saber más que nadie, aquello que quisiera decirte.