El infortunio es la comadrona del genio.
No todo resbalón significa una caída.
Al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.
Hay caídas que nos sirven para levantarnos más felices.
Nunca por la compasión del infeliz se ha de incurrir en la desgracia de la afortunada.
Cuando todo va mal, no debe ser tan malo probar lo peor.
Los ojos no pueden ver a Dios sino a través de las lágrimas.
De gran subida resulta siempre gran caída.
Las puertas del infierno están abiertas noche y día: fácil es la caída y expedito el camino.
Su caída fue ocasión de felicidad, pues sólo entonces se conoció a sí mismo, y comprendió la dicha de ser pequeño.
El oro prueba los metales; la miseria, al hombre fuerte.
Lo que aparece como calamidad es muchas veces la fuente de la fortuna.
Y es verdad que nada espero, porque no tiene mi mal en la esperanza consuelo.
Es de las calamidades y no de la vida corriente de cada día que aprendemos impresiones y útiles lecciones.
Las calamidades son las verdaderas piedras de toque para el hombre.