Por la calle del «ya voy» se va a la casa del «nunca».
No hay ningún camino que no se acabe, como no se le oponga la pereza y la ociosidad.
Cada uno es hijo de sus obras.
Cada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces.
Cada uno es artífice de su ventura.
¡A buscar ventura, que la halla el que se muda!
No es un hombre más que otro, si no hace más que otro.
Llaneza, muchacho, no te encubras, que toda afectación es mala.
Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero.
La buena y verdadera amistad no puede ni debe ser sospechosa en nada.
Los mayores contrarios que el amor tiene es el hombre y la continua necesidad.
No se escribe con las canas sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.
Vístete bien que un palo compuesto no parece palo.
¡Oh, solitarios árboles que desde hoy en adelante habéis de hacer compañía a mi soledad, dad indicio, con el blando movimiento de vuestras ramas, de que no os desagrada mi presencia!
No hay pecado tan grande ni vicio tan apoderado, que con el arrepentimiento no se quite del todo.
Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma.
La pluma es la lengua del alma.
De altos espíritus es aspirar a las cosas altas.
A un brindis de un amigo, ¿qué corazón ha de haber tan de mármol, que no haga la razón?
Cortas sentencias vienen de larga experiencia.