Las desdichas humanas tienen matices múltiples; nunca se vuelven a encontrar el mismo matiz de dolor.
Sólo existe para el hombre una verdadera desdicha: incurrir en falta y tener motivo de censura contra sí mismo.
Aun en la desdicha siempre hay consuelo; pero la fortuna hace perder el juicio y el sentido de la medida.
Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.