Hay dos clases de arrepentimiento: el falso que viene del fracaso y el verdadero que viene de la conciencia de haberlo hecho mal.
Es menester de un gran idealismo para arrepentirse de verdad, singularmente para arrepentirse pronto.
Nuestro arrepentimiento no es tanto una contrición por el mal que hemos hecho como por el que puedan hacernos.