Los defectos del alma, como las heridas del cuerpo, siempre dejan cicatriz y peligro de volverse a abrir.
Hay personas tan ligeras y tan frívolas, que son tan incapaces de tener verdaderos defectos como sólidas cualidades.
No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero se desprecia a todos los que no tienen ninguna virtud.
Es tan fácil engañarse así mismo sin darse cuenta como difícil engañar a los demás sin que lo noten.
El que cree encontrar en sí mismo los medios para prescindir de los demás, se equivoca mucho; pero el que piensa que los demás