Hay en los celos más amor propio que amor.
El celoso se alimenta de dudas.
Los celos nacen siempre con el amor, pero no siempre mueren con él.
Hay poca gente sensata que prefiera la censura provechosa a la alabanza traidora.
Conservar la salud mediante una dieta exagerada es una fastidiosa enfermedad.
Comer es una necesidad, pero comer con inteligencia, es un arte.
A todos nos sobran fuerzas para soportar los males ajenos.
Sólo está seguro el que no admite a nadie en su confianza.
Nada se da con tanta liberalidad como los consejos.
Cuando no podemos encontrar contento en nosotros mismos, es inútil buscarlo en otras partes.
La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.
El más admirable milagro del amor es curar a las mujeres de su coquetería.
La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón.
El daño que hacemos no nos atrae tantas persecuciones y odios como nuestras buenas cualidades.
No hay nadie que se imagine, en cada una de sus cualidades, por abajo del hombre que tiene en más estima.
Las personas débiles no son, generalmente, sinceras.
La debilidad es más opuesta a la virtud que al vicio.
Hay ciertos defectos que, bien manejados, brillan más que la misma virtud.
La confesión de los grandes defectos es, frecuentemente, un deseo de dar a entender que no tenemos otros mayores.
Sólo los grandes hombres pueden tener grandes defectos.