La envidia y aun la apariencia de la envidia es una pasión que implica inferioridad donde quiera que ella se encuentre.
El odio es un descontento activo, la envidia, uno pasivo. Por eso no debe extrañarnos que la envidia se convierta rápidamente en odio.
A nadie ha de envidiarse, pues los buenos no son dignos de ello y los malvados, cuanto más esperan, mucho más se corrompen a sí mismos.
No hay tan desdichado / que no tenga un envidioso, / ni hay hombre tan venturoso / que no tenga un envidiado.
El que la envidia a alguien por algo, necesita, para vivir a gusto, compadecer por alguna otra cosa.