Los mejores hombres son aquellos cuyas faltas los han formado.
Tened calma al discutir, pues la violencia convierte el error en falta y la verdad en descortesía.
Si vemos dentro de nosotros mismos, nos persuadiremos de que las faltas que nunca fueron castigadas son las que más nos dañan.
Los soberanos deben perdonar las faltas, pero jamás olvidarlas.
Los hombres de gran carácter confiesan sus faltas a sí mismos y ellos mismos las castigan.
Respecto de las faltas propias o ajenas, prevenirlas, repararlas y olvidarlas.
Las faltas de los hombres son siempre relativas al estado de cada uno.
No está bien descubrir las faltas sin indicar a la vez el remedio para combatirlas.
Las faltas grandes pueden parecer pequeñas en el hombre, pero en la mujer las pequeñas parecen grandes.
No es tanto el estar exento de faltas lo que nos aprovecha, sino haber sabido vencerlas.
A través de todos los tiempos y en todos los países, es la mujer quien decide si se debe o no perdonar una falta.
El hipócrita contesta siempre con hermosas apariencias las faltas que ha cometido.
Si la gente incurriera en faltas no sentiría tanto placer en señalar las ajenas.
En cometer una falta, no veo que yo haya podido cometerla de igual modo.
Olvidamos nuestras faltas con mucha facilidad cuando sólo las conocemos nosotros mismos.
Observando las faltas de un hombre, llegamos a conocer sus virtudes.
No perdones a tus hijos, servidores y amigos la primera falta grave si no quieres ser víctima de la última.