Los artistas son, por regla general, menos felices que los hombres de ciencia.
El conocimiento directo de una cosa no implica lógicamente el conocimiento de sus relaciones.
Lo que se pretende no es el deseo de creer, sino el de contratar, que es todo lo contrario.
Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.
El hombre juicioso sólo piensa en sus males cuando ello conduce a algo práctico, todos los demás momentos los dedica a otras cosas.
La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica y otra, que practica pero no predica.
Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.
Ser capaz de ocupar inteligentemente los ocios es el último producto de la civilización.
Al contrario del esquema habitual, me ha hecho gradualmente más rebelde a medida que he envejecido.
Me opongo a toda superstición, sea musulmana, cristiana, judía o budista.