Los mejores hombres son aquellos cuyas faltas los han formado.
¡Oh, qué amargo es contemplar la felicidad a través de los ojos ajenos!
La fidelidad tiene un corazón tranquilo.
La dulce leche de la adversidad, la filosofía.
El filósofo es un tipo que sube a una cumbre en busca del sol; encuentra niebla, desciende y explica el magnífico espectáculo que ha visto.
El que se derrumba una vez, trabajo tiene para reponerse.
¡Oh! Es muy hermoso poseer la fuerza de un gigante; pero es de tirano usarla como un gigante.
Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante; pero usar de ella como un gigante es propio de un enano.
Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podemos saber.
La generosidad, siendo liberal por naturaleza, cree que todos lo son también.
Los príncipes deben vivir como viven en las alturas los dioses; que dan generosamente a quienes se acercan a honrarlos.
Presentar ante mis ojos a un lado el amor y al otro la muerte y los miraré con diferencia, pues amo el nombre de la gloria más que temo a la muerte.
La gloria es parecida a un círculo hecho en el agua, que no cesa de agrandarse hasta que desaparece a fuerza de extenderse.
Azucenas que pudren, peor que cizaña que hiede.
Con la sonrisa inmóvil en los labios se puede ser un vil.
No hay legado más valioso que la honradez.
No hay oscuridad, sólo ignorancia
La ignorancia es la maldición de Dios; el saber, es el ala que nos presta para volar al cielo.
Lo que hice, lo hice honradamente, guiado por la regla imparcial de mi conciencia; por eso no me veréis mendingar un perdón vergonzoso ni incierto.
Como las ratas que tragan vorazmente su propio veneno, nuestras inclinaciones corren detrás de un mal del que están sedientas y, cuando debemos, morimos.
