Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza.
Dejemos esclarecer por el tiempo las dudas. La fortuna conduce al puerto muchos barcos sin piloto.
La fortuna no puede recompensarnos mejor que permitiéndonos morir tranquilos.
Los vicios de los hombres se graban en bronce, y sus virtudes en el agua.
Los dioses son justos y emplean nuestros vicios deleitosos como instrumentos para castigarnos.
No existe vicio alguno tan simple que no adopte apariencia de virtud en sus cualidades externas.
Hasta la propia virtud se convierte en vicio cuando es mal aplicada.
Los hombres sabios no se entristecen jamás deplorando sus pérdidas, sino que buscan con vigor alegre reparar los golpes de la mala fortuna.