Considero una cobardía guardar desconfianza cuando un franco corazón ofrece una mano abierta como garantía de amistad.
Su caída fue ocasión de felicidad, pues sólo entonces se conoció a sí mismo, y comprendió la dicha de ser pequeño.
Tan lleno de recelos está el delincuente, que el temor de ser descubierto hace que él mismo se descubra.