Lo que hice honradamente, guiado por la regla imparcial de mi conciencia; por eso no me veréis mendingar un perdón vergonzoso e incierto.
Hallaría más fácil enseñar a veinte personas la senda del bien, que ser una de esas veinte personas y obedecer mi propio consejo.
Si todos los días hubiera fiestas deportivas, entonces el deporte sería tan aburrido como el trabajo.
Las empresas extraordinarias parecen imposibles a los que, midiendo las dificultades, imaginan que lo que no ha sucedido, no pueda suceder.