La felicidad no consiste en las bendiciones externas, sino en la perfección interna y la riqueza del espíritu.
Lo que llamamos espíritu me parece mucho más material que lo que llamamos materia; a mi alma la siento más de bulto y más sensible que a mi cuerpo.
Yo creo que el hombre entra en este mundo con experiencias acumuladas que encauzan su espíritu hacia una especie de camino trazado.
Lo que llamáis espíritu de los tiempos es en el fondo el propio espíritu de los grandes hombres en que los tiempos se reflejan.
Es sólo mediante el trabajo como se puede lograr la salud del espíritu, así como solamente en el pensamiento cade ser feliz en el trabajo; estas dos cosas no pueden separarse impunemente.
El sufrimiento despierta al espíritu, el infortunio es el camino de la sensibilidad y el corazón crece en la congoja.
De la misma manera que la fuerza del espíritu supera a la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.
Porque llamamos espíritu a la facultad que el ser supremo nos ha concedido de cambiar algunas ideas en nuestro cerebro, imaginemos que Dios es un espíritu de la misma clase a nuestra imagen y semejanza.