Todos los excesos hacen breve la edad y penosa la vejez.
El oro y la prosperidad alejan a los mortales de la moderación y los arrastran a los excesos de un injusto poder.
El exceso de un bien muy grande puede trocarse en un mal muy grande.
Dueño de la virtud es quien en nada se excede.
Los mayores males vienen muchas veces del exceso de los mayores bienes.
La más dulce miel, por su propia dulzura, se hace empalagosa y
Siempre al exceso de la libertad sucede el más absoluto e intolerable despotismo.
El dolor físico que acompaña a todo exceso, es signo de la voluntad divina.