La mayor recompensa de nuestro trabajo no es lo que nos pagan por él, sino aquello en lo que nos convierte.
Todas las enfermedades del espíritu que conducen a la más triste ruina derivan principalmente del aislamiento. Son la concentración del hombre sobre sí mismo.
Educar a un niño no es hacerle comprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.
Es sólo mediante el trabajo como se puede lograr la salud del espíritu, así como solamente en el pensamiento cade ser feliz en el trabajo; estas dos cosas no pueden separarse impunemente.
La grandeza no se enseña ni se conquista; es la expresión del espíritu de un hombre creado por Dios.
El trabajo de un hombre a favor del hogar consiste en asegurar el sustento; el progreso y la defensa; por parte de la mujer, garantizar el orden, la comodidad y la amabilidad.
Recuerda siempre que las cosas más hermosas en la vida son las más inútiles: lirios y pavos reales, por ejemplo.
La mejor energía del hombre se manifiesta con su trabajo intelectual, como sucede con la mujer con sus actos cotidianos y su carácter.
Se puede perdonar a la pobreza su debilidad, a la utilidad su imperio, pero la mezquindad o la mentira no deben encontrar más que desprecio.
Mientras seáis jóvenes, haréis bien de que vuestros corazones no pidan limpieza, porque quizá necesitéis, al lavarlos, retorcerlos también.
El juicio a que la política debe su estabilidad, la vida su dicha, la fe su aceptación y la creación su utilidad: la obediencia.