Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal en lo violenta, turbulenta, impetuosa y de corta duración.
De ignorante y brutal es culpar a otros de las propias miserias. Aquel que a sí mismo se culpa de su infortunio, comienza a entrar en el camino de la sabiduría; pero el que ni se acusa a sí ni a los demás es perfectamente sabio.
Ni las victorias de los juegos olímpicos ni las de los campos de batalla dan al hombre la felicidad. Sólo puede decirse feliz aquel que a sí mismo se ha vencido.
Estoy siempre contento de lo que sucede porque pienso que lo que Dios escoge es mejor que lo que yo escogería.
No podemos evitar el cometer errores, pero sí podemos poner constantemente atención para tratar de evitarlos.
¿Qué es un filósofo? Un hombre a quien si escuchas te hará seguramente más libre que todos los pretorianos.