Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal en lo violenta, turbulenta, impetuosa y de corta duración.
Es necesario en el trato de los hombres recurrir a un disimulo benévolo, como si no penetráramos los móviles de su conducta.
Encontrar lo necesario sin buscarlo es buena fortuna, pero basar la felicidad en el propio comportamiento, es buena conducta.