Siembra actos y recogerás hábitos; siembra hábitos y recogerás carácter; siembra carácter y recogerás destino.
No conviene acostumbrarse a la mala conducta, porque llega un momento en que, queriendo o sin querer, el hábito se impone al hombre.
Si cambiamos nuestros hábitos ancestrales, no prosperamos; los monasterios engendran dulzura de carácter, pero sólo el espíritu bélico domina al mundo.
Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas para sentirlas hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas.
Una verdad sólo es de veras activa en nosotros cuando la hemos hecho hábito; entonces la poseemos de verdad.
El hábito da un sabor agradable a todas las cosas y nosotros medimos los derechos a las cosas por los placeres que nos proporcionan.
Nadie se atreve a decir adiós a un hábito propio. Muchos suicidas se han detenido en el umbral de la muerte al sólo recuerdo del café donde todas las tardes van a jugar su partida de dominó.