Nuestra verdadera alegría emana del sufrimiento, como el bálsamo de la herida abierta en el árbol generoso.
La inquietud y el sufrimiento son nuestras penas mayores; las grandes verdades no se descubren sin pena y trabajo.
Existe entre el dolor y la inteligencia una relación tan íntima, que los seres más inteligentes son los más aptos para el sufrimiento.
De la misma manera que la fuera del espíritu supera a la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.
Al sufrimiento debemos todo lo que es bueno en nosotros, todo lo que hace amable la vida, la piedad, el valor y las virtudes.
Un fuego se consume con la llama de otro fuego; un sufrimiento se aminora con el sentimiento de otro dolor.
El sufrimiento despierta el espíritu, el infortunio es el camino de la sensibilidad y el corazón crece en la congoja.
El hombre no dejará nunca de amar el verdadero sufrimiento; el sufrimiento es la única causa de la conciencia y el hombre por ninguna satisfacción lo trocaría.
La medida de los dolores está en cada uno de nosotros; nadie comprende nuestros sufrimientos sino por una analogía muy vaga.