El sufrimiento despierta el espíritu, el infortunio es el camino de la sensibilidad y el corazón crece en la congoja.
Nuestra verdadera alegría emana del sufrimiento, como el bálsamo de la herida abierta en el árbol generoso.
La inquietud y el sufrimiento son nuestras penas mayores; las grandes verdades no se descubren sin pena y trabajo.