La inquietud no es un accidente que a unos ocurra y a otros no. Está en la misma esencia de nuestro ser.
Tantas idas y venidas, / tantas vueltas y revueltas, / quiero, amiga, que me diga: / ¿Son de alguna utilidad?
El hombre ha nacido para vivir entre las convulsiones de la inquietud o en la letargia del aburrimiento.
El más inquieto vagabundo acaba por añorar su patria, y encuentra en su choza, junto al pecho de su esposa, rodeado por sus hijos y en sus trabajos para procurarse el talento, la felicidad que en vano buscó por el vasto mundo.