La acción humana es la que da vida al planeta.
El alma es cosa que se siente y es posible creer en ella por experiencia del sentido mismo.
Hace falta que el amor sea en sí mismo una obra de arte y no un recurso de desesperados.
Un mismo amor mueve las almas y las estrellas.
No hay ausencia más punzante que la ausencia de los que se aman, ausencia a veces peor que la muerte.
Es pecado contra el espíritu juntarse por deber cuando no hay atracción de amor.
Sólo el amor es capaz de producir una Humanidad excelsa.
Condensar todo el amor de la creación en una sola criatura, eso es el pecado, el peligro y casi la antesala del crimen.
Amar es entre todos los sentimientos del alma, el que más se parece a la eternidad, el que más nos acerca a ella.
La capacidad para el dolor se desarrolló enormemente con la música, y también la del goce.
El arte no es una inspiración que nace del hombre, sino un sistema que incorpora al hombre a la ley de su destino en la tierra y en el cielo.
La vida es incompatible con la conciencia, pues apenas hay conciencia y enseguida se comprende que nacer es una maldición y vivir es pecado.
Lo invisible, la conciencia, organiza todo lo visible en beneficio de la persona.
Toda lo valioso de la cultura se funda en proceso de creación, de inventiva, revelación del milagro, que contradicen la historia, la repudian o no la toman en cuenta.
El derecho del vencido, eso es lo que hace falta rescatar. En hacerlo radica la cultura.
La duda es la fiel servidora del sentido común.
No se puede enseñar a leer sin dar qué leer.
En las regiones del espíritu no tiene límites el descubrimiento de nuevos mundos.
Sólo el espíritu puro conoce la alegría.
Lo que excusa la mezquindad de nuestros actos es que cuando los vivimos, padecemos, y es el caudal del dolor sufrido lo que al cabo determina la misericordia y liquida la expiación.
