El que no tiene dos terceras partes de su jornada para sí mismo es un esclavo, sea lo que sea, político, comerciante, funcionario o erudito.
Yo os digo: es preciso llevar dentro de uno mismo un caos para poder poner en el mundo una estrella.
¡No se debe ser cobarde ante los propios actos!; ¡no se les debe desestimar a posteriori! El remordimiento es indecente.
Uno busca un partero para sus pensamientos; otro a alguien a quien pueda ayudar a parirlos. Así nace un diálogo fructuoso.
Raramente errara quien contribuyera las acciones extremas a vanidad; las medianas, a costumbres, y las pequeñas, a temor.