Miramos muy bien gustosos al porvenir, porque con mucho gusto pondrÃamos a nuestro favor, mediante secretos deseos, los dudosos que flotan en su seno.
Solamente en el instante en que el hombre se encuentra frente a su conciencia, oye salir de los labios de su pasado el augurio de su porvenir.
Lo mismo que el hombre no ha cambiado, no cambiará el porvenir, los que me seguirán serán semejantes a los que me precedieron.