Con los negocios sucede lo mismo que con el baile: es indispensable que las personas bailen al compás.
Sólo me interesa la opinión ajena cuando resuelve algo, cuando es afirmativa. Bastantes problemas tengo con los míos.
Todo el mundo tolera lo absurdo y lo falso porque se va insinuando subrepticiamente, mas no lo verdadero y rotundo, porque es excluyente.