Nadie se hace malvado de repente.
Todos desean saber, pero nadie quiere pagar el precio.
Haz de manera que seas tú el admirado y no lo que te pertenece.
Antiquísimo pecado es seducir a la mujer ajena, y despreciar el vínculo sagrado.
El que posee el suelo, posee hacia arriba hasta los cielos.
En el amor hay más acíbar que miel.
No hay que fiarse en las apariencias.
Es locura manifiesta vivir precariamente para poder morir rico.
El primer castigo del culpable es que su conciencia le juzga y no le absuelve nunca.
El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia.
Todos quieren poseer conocimientos; pero pocos están dispuestos a pagar su precio.
La crítica es indulgente con el cuervo, pero inexorable con la paloma.
Las mismas culpas hallan diversa suerte: uno recibe por su delito el suplicio, y el otro, la corona.
El dinero huele bien venga de donde venga.
Los demás hombres son dueños de su fortuna. El avaro es esclavo de la suya.
El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco.
¿Quién guardará a los mismos guardianes?
¿Cuándo la pasión por los juegos de azar llegó a tal desenfreno? Ya no basta la bolsa, se lleva el arca.
Una mente sana en un cuerpo sano.
Los niños merecen el máximo respeto.