En los pequeños detalles y cuando está desprevenido es cuando el hombre pone mejor de manifiesto su carácter.
La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.
El hombre más feliz es el que se pasa la vida sin grandes dolores físicos o morales y no el que tiene más grandes e intensas alegrías.
A la alegría, cuando se presente, debemos abrirle de par en par todas las puertas, pues nunca llega a desatiempo.
Se debe tratar a una obra de arte como a un gran hombre; quedaos delante de ella y esperad a que se digne hablar.
La madre de las artes prácticas es la necesidad; la de las bellas artes es el lujo. El padre de las primeras es la inteligencia y el de las segundas, el genio, que es de por sí una especie de lujo.
Es más razonable poner de manifiesto la propia inteligencia merced a lo que se calla, que por lo que se dice. Lo primero es un rasgo de prudencia, y lo segundo, de vanidad.
No se puede ver en otro más de lo que es uno mismo, porque cada cual no puede comprender sino en la medida de su propia inteligencia.
Quien ha perdido la esperanza también ha perdido el miedo; tal es el significado de la palabra desesperado.