El caer no ha de quitar / la gloria de haber subido.
Que los secretos, un muerto / es quien los guarda mejor.
Es parentesco sin sangre una amistad verdadera.
Cuatro eses ha de tener / Amor para ser perfecto: / Sabio, solo, solícito y secreto.
Porque nadie convalece de amor mejor ni más presto que un enamorado ausente.
No es tan malo / no ser bueno y parecerlo / como serlo y no mostrarlo.
Y es verdad que nada espero, porque no tiene mi mal en la esperanza consuelo.
La cortesía, tenerla con quien la tenga.
Pues el mayor delito del hombre es haber nacido.
No hay desdicha mayor / que esperar la desdicha.
Porque no es cosa decente, hablar sin saber con quién.
Que quien no sabe querer sea de mármol, no mujer. A la que me quiere, quiero y a la que me olvida, olvido.
No hay tan desdichado / que no tenga un envidioso, / ni hay hombre tan venturoso / que no tenga un envidiado.
Bien dice quien dice que un hijo es igual a muchos pesares.
Poco del honor sabía el legislador tirano / que puso en ajena mano mi opinión y no en la mía.
Bien dijo quien dijo que eran muy cobardes las desdichas, pues nunca solas se arriesgan.
¿Qué desdicha habrá que o sea, por más que mejore estado, desdicha del desdichado?
Tirana fortuna, / duélete un día siquiera / de mis desgracias.
Quien usa beneficios con un ingrato, lo que siembra en finezas recoge en agravios.
Que lágrimas de mujer no son penas sino alhajas que para servirse de ellas las tiene como en el arca, abre y llora, cierra y ríe.