Quien no ha vertido lágrimas en la soledad no sabe cuáles son las lágrimas verdaderamente amargas.
Nunca debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas.
La risa y las lágrimas mueven las ruedas de la misma sensibilidad; en un caso la fuerza motriz es el aire y en otro el agua, eso es todo.
Las lágrimas de una afligida hermosura vuelven en algodón los riscos, y los tigres en ovejas.
No todas las sonrisas demuestran alegría, ni todas las lágrimas dolor.