¡Oh, lágrimas hermosas, gloria del alma mía y mi cuidado, que de mi pena fuisteis piadosas!
Luna, honor de la noche.
Memorias tristes de mi bien perdido / me siguen siempre, y me molestan tanto, / que deseo acabarlas en olvido.
Suave sueño, tú, que en tardo vuelo / las alas perezosas blandamente / bates, de adormideras coronado / por el puro adormido y vago cielo...