Tened cuidado con el hombre que pide un perdón: puede caer fácilmente en la tentación de merecer dos.
El artista es un comerciante y el arte es su oficio.
¡Días de trabajo! Son los únicos días que he vivido.
El hombre es un aprendiz y el dolor es su maestro; ninguno se conoce a fondo hasta que ha sufrido.
La gloria, esa planta tardía amiga de las tumbas.
El único idioma universal es el beso.
El juego es la única pasión que puede competir con el amor.
Las joyas más preciadas que existen bajo el sol son las lágrimas de un hombre sin tacha y sin miedo.
El único bien que me queda en el mundo, es haber llorado alguna vez.
Yo no lucho contra la melancolía; después de la ociosidad, es el mejor de los males.
Nada se parece tanto al altar, como una tumba.
La multitud, ese juez grosero y vil...
El hombre sólo ha nacido para poseer un rincón de tierra, para construir su nido y vivir un día.
¡Ah, el odio!, ¡el odio! La única pasión que sobrevive a la esperanza.
Si no puedes llegar a la generosidad del perdón, refúgiate en el olvido.
El olvido llega al corazón como a los ojos el sueño.
Orgullo, el más fatal de los consejeros humanos.
Es algo infalible que aquellos que se familiarizan con un peligro cualquiera acaban amándolo.
La perfección no existe; comprenderla constituye un triunfo de la inteligencia humana; ambicionar su posesión representa la más peligrosa de las locuras.
La poesía es el más dulce de los pesares.