El mejor gobierno no es aquel que hace más felices a los hombres, sino aquel que hace felices al mayor número de personas.
El verdadero gobierno es aquél que nos ofrece un aumento en la luz y que no se atemoriza por el engrandecimiento de su pueblo.
Cuando, en un gobierno, al hablarse de la cosa pública, cada uno dice: «¿Qué me importa?» la cosa pública está perdida.
Los ministros que cambian constantemente son un mal; pero hay algo peor, que son los malos ministros los que no cambian nunca.
Bajo un gobierno que encarcele alguien injustamente, el sitio adecuado para una persona justa es también la cárcel.